¡ESCÁNDALO!

Mientras que Emiliano García Page hablaba, durante la presentación en el Palacio de Fuensalida, de la mayor “inversión privada” que iba a desarrollarse en Castilla-la-Mancha, tuvo bastante cuidado en que no se le escapara que la administración regional tenía pensado dar dinero público para el negocio privado del francés De Villiers.
A partir de ese momento comprometió su apoyo personal, institucional e incondicional al parque de atracciones, que se materializaría en allanar a los empresarios el camino, aunque ahora se ha destapado, que en algo más. En ese acto para agasajar al propietario de la Sociedad Limitada Unipersonal del Puy du Fou, Philippe de Villiers, el presidente regional declaraba que el proyecto iba a “resolver muchos de los problemas que tiene hoy nuestra sociedad, problemas económicos, problemas laborales, y si me lo permiten, y ahora se lo explicaré mejor, también emocionales y espirituales”.
Como vemos, se presentó el proyecto y al galo, como el salvador de Castilla-la-Mancha (pobre ejemplo o buen ejemplo, según se mire, de la gestión política de Page) que se pavoneaba sonriente entre la élite socialista, no sabemos si de alegría por la pleitesía que le mostraban, o de desprecio disimulado por unos políticos, teóricamente, en las antípodas de su ideología personal de ultraderecha (aunque a pie de suelo no parece haber tanta diferencia).
Queda claro que Emiliano ha fundamentado parte de su futuro político en la llegada de esta empresa francesa, a la que presenta como salvadora o la solución para todos los problemas de España, Castilla la Mancha y Toledo, incluso los emocionales y espirituales. Pobre conclusión de un político que debería haber gestionado adecuadamente la región para conseguir eso, sin tener que agarrarse al clavo ardiendo, y de última hora, de una aventura empresarial que presenta muchas dudas.
Pues bien, cuando nos vendían el negocio como algo privada, de una persona buenísima, un filántropo, que viene a Toledo a gastar su dinero, y a regalar empleo e inversión a cambio de nada, no decían que el dinero que el empresario va a gastar en el proyecto, apenas llega al 16%, y además ocultaban que la administración regional, al parecer, tenía la intención de invertir dinero público en el proyecto, no sabemos si porque las inversiones no le llegan al negocio, o para animar a otros inversores.
Según ha publicado ayer el diario la Tribuna (destapado), al parecer, la administración regional, a través de una empresa pública, SODICAMAN, estaría dispuesta a invertir 5 millones de euros en el proyecto de la Sociedad Limitada Unipersonal, Puy du Fou. Esta ayuda pública se une a posibles bonificaciones fiscales, y a la ayuda que la empresa francesa quiere solicitar a fondos públicos de ayudas estatales que ascendería a 20 millones de euros, o los 50 millones que quieren solicitar al Banco Europeo de Inversiones. Es decir, mientras que nos hablan de una inversión o negocio privado, de entrada el dinero público que podría invertirse es superior, por mucho, a la cantidad de dinero que tiene pensado invertir el francés, 75 millones de euros públicos, frente a los 32 millones de euros, al final del proyecto, si llegan, que comprometería la empresa promotora.
El escándalo se amplía aún más, si pensamos que, a fecha de hoy, la Sociedad Limitada Puy du Fou, aparece en el registro mercantil con un capital social de 3.000 euros, lo que significa que, si la empresa quiebra, sólo podrá responsabilizársela de ese dinero, mientras que todos nosotros habremos perdido más de 75 millones de euros.
Todavía inmersos en plena crisis, y estando las cosas como están, las administraciones públicas entregan dinero de todos, alegremente, a una empresa privada. Así se disponen a pedir hasta 50 millones de euros al Banco Europeo de Inversiones, otros 20 millones, a fondo perdido al estado, y por último la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, que estaría dispuesta a invertir 5 millones de euros, en una empresa cuyo capital social es de 3.000.
En este sentido, parece que es mejor gastarse el dinero en parques de atracciones que atender sus obligaciones públicas. Los servicios públicos siguen en precario: la sanidad, la educación y la cultura bajo mínimos, los salarios por los suelos, los pensionistas apenas subsisten, y las ayudas a la dependencia, o no llegan o son de bajo coste.
Lo dicho, UN ESCÁNDALO


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