Toledo, La vida (imposibilitada por el turismo) en el casco histórico,...y el Puy du Fou

Un reportaje de la Cadena Ser, titulado “La vida (más allá del turismo) en el casco histórico”, nos muestra el Toledo de cualquier día durante un paseo por sus calles. Entre el ambiente cotidiano de la ciudad de hoy, irrumpen los sonidos de una nueva babel que, aunque normales desde hace años, nunca habían alcanzado la categoría de murmullo urbano. Un vecino de la ciudad, toledano de toda la vida, actúa de cicerón extraordinario para el reportero.

Audio de "La vida (más allá del turismo) en el casco histórico.o Cómo el Puy du Fou contribuirá a mejorar la vida de los vecinos del Casco Histórico de Toledo, porque Milagros Tolón y Emiliano García Page lo dicen. 

En su voz se desvela una pizca de melancolía, del que ha conocido la ciudad en momentos mejores. Cuando los barrios eran barrios, populares, y populosos; cuando en verano se hacía gran parte de la vida en la calle, y  el vecino de un barrio no tenía necesidad de salir de él para obtener todo lo necesario para vivir.  Como otros muchos recordará probablemente que el ruido dominante era el de los niños desparramados por todos los rincones, jugando a los juegos de entonces, los de la calle: el bote botero, el escondite, el burro, la lima, los tejos, las canicas,  los carros de rodamientos, los partidos de fútbol en las plazuelas o plazoletas; y de vez en cuando los gritos de las madres a pleno pulmón,  con el nombre de su hijo, llamando a la merienda, o arrastrando al niño a pleno llanto,  hacia la casa de socorro para que le curen la última escalabradura. De vez en cuando, un par de larguiruchos rubios, con la piel clara, enrojecida por la quemazón del sol, con chanclas, sombrero de paja y cámara fotográfica al cuello, se habían adentrado en la ciudad, lejos de la ruta habitual,  y llamaban la atención de los chiquillos que se acercaban a ellos con verdadero asombro, como hacen hoy los niños Masáis cuando aparece en su poblado un blanco,  y los mayores los miraban con gesto indefinido, desde las puertas de sus casas, sentados en las sillas de esparto, o en el banco de piedra.

El guía improvisado, como otros muchos vecinos,  ha aprendido a convivir con el turista, y con los nuevos tiempos. Sabe que es importante para la economía de la ciudad y que es una “incomodidad” que no hay más remedio que tolerar. Pero no se resigna a que los nuevos signos de los tiempos tengan un efecto tan devastador que terminen por hacer la vida del local insoportable, hasta el punto en que éste termine por arrojar la toalla y marchar a uno de los barrios periféricos que surgieron por doquier en los años 70,  como otro signo de la modernidad. Resiste, e intenta convencer, de que las cosas pueden hacerse de otra manera, que es necesario, y se puede,  tomar medidas para revertir la situación.

Sin embargo, sabe que lo tiene muy difícil, en un contexto de crisis económica en la que las personas cada vez son más vulnerables, que ante la falta de empleo, necesitan aceptar cualquier cosa para poder comer, en una rueda infinita que sólo hace que perjudicar a los mismos,  en un mundo en el que todo se vende y se compra, y existen poco prejuicios sobre las condiciones en que se producen los bienes, quién se lleva los beneficios, o los efectos perjudiciales sobre terceros. La ciudad histórica, que antes era de todos, ahora mismo, se ha convertido en un producto o una mercancía más, que puede ser transformada, empaquetada en plástico y vendida como cualquier otro objeto de consumo, que es manejado por,  o se lo han apropiado en exclusiva, unos pocos. Con cada día, un vecino se marcha, un comercio destinado a para vaciar el bolsillo al turista se instala, o un edificio de vecinos se convierte en pisos de alquiler para turistas. A cada día es más difícil revertir la situación. Cuando quieran tomar medidas, puesto que nadie quiere afrontar el problema, en una visión cortoplacista, de cuatro años, de la gestión pública, quién las tenga que tomar, la situación será tan complicada, tantas personas dependerán de los salarios miserables que proporciona el turismo, que no existirá fuerza capaz de cambiar esto. El lobby comercio-hostelería lo tiene claro, y repiten donde haga falta que Toledo vive del turismo, aunque no aporten ni un solo dato y sea fácilmente comprobable que eso no es cierto, y sin embargo sí es cierto lo inverso,  que los comercios y la hostelería, VIVEN DEL CASCO.

Gran parte de los toledanos, los de toda la vida, ahora viven en Palomarejos, en Santa Teresa, en Santa Bárbara o en el Polígono. Han olvidado sus raíces. Viven con cierta distancia los problemas de los vecinos del casco. Muchos de ellos han entrado al juego del “Toledo vive del turismo” aunque nunca hayan recibido ni una sola peseta del sector, pues han trabajado en una fábrica del polígono, son funcionarios, o tienen empleos que nada tienen que ver con el turismo.
En este contexto es muy fácil que, los nuevos pícaros (los políticos) decidan pescar votos en el río revuelto, y tengan pocos prejuicios en arrimarse al sol que más calienta en cada momento, y en este caso hayan entrado al juego de que el turismo es la solución a todos los problemas de los ciudadanos, porque genera empleo y riqueza. Empleo y riqueza de calidad, se genera en otros sectores más sólidos, como la industria, pero es más fácil lo otro. Por lo tanto hacen todo lo necesario por incrementar el número de turistas día a día, haciendo el juego al lobby, y encajando con un buen número de toledanos, como hemos dicho convencidos a fuerza del dominio de la comunicación, y el machaqueo continuo al resto de la población, de que eso es bueno para ellos, y que puede sacrificarse la calidad de vida de unos pocos vecinos.

De esta forma han conducido a la ciudad hasta el punto actual, y están dispuesta a llevarla hasta el punto del colapso sin ninguna vergüenza. La descripción de los comercios por los que pasan nuestros protagonistas es revelador: comercios y más comercios vendiendo “artesanía local” adquiridas a mayoristas en el polígono “Cobo Calleja”, un Zara, un Pimkie, carcasas de móviles, bocadillos baratos de jamón, carteles de paellas multicolores (las paellas), etc.  

No hay un discurso de ciudad. ¿Dónde está el Toledo de las tres culturas? El turista apresurado tiene poco tiempo para reflexionar. Visitemos la judería. ¿Dónde está la judería? Unos baldosines con motivos hebreos, o unos proyectores luminosos indican al visitante que se encuentra en el barrio judío. El visitante mira a su alrededor, y no ve más que tiendas de helados, de ropa, espadas y armaduras, y comercios con todo tipo de género dignos de un bazar chino. A sí, en aquella esquina hay una tienda que en la puerta tiene unos pocos Narguiles, en aquella otra esquina hay una tetería. ¿Judíos? El viajero hace ya tiempo que esquiva este tipo de sitios, donde lejos de respirarse historia, se respira comercio al por mayor, de productos, probablemente confeccionados en situaciones de gran injusticia y explotación, aunque eso sí, en países alejados de nosotros, donde no vemos la miseria que genera. Tal vez en algún sótano privado quede algún resto. No hay carteles informativos, no hay ambiente. La ciudad islámica y judía hay que imaginarla con mucha imaginación, entre jabones de Marsella, sevillanas de lunares, o espadas del señor de los anillos, etc.

Qué importa la historia, si al turista actual le da igual. Sólo necesitamos fachadas.  “La sostenibilidad es un mito” gritan muchos. Toledo siempre traerá turistas. Y aunque fuera cierto, que no lo es, ¡Qué penoso! ¿Para qué sirven los vecinos? En este plan maléfico, los residentes no tienen interés. Todo para el turista, porque es el que genera riqueza. Todo para el comercio. El turista ya no busca experiencia. Las callejas de Toledo, siempre estarán, es suficiente, los turistas no buscan la vida, la esencia, el espíritu, eso queda para los románticos, y el turismo, hoy día, tiene muy poco de eso, o se lo puedes vender en un frasco de conserva.

Para los vecinos se crearon en su momento los barrios periféricos. ¿Quién son estos que osan resistirse si la sentencia ya está dictada? ¡Que se vayan que para eso les hicimos el polígono! seguro que dirán algunos, cuando no les escuchamos ¿Se estaba preparando el escenario? La miseria siempre ha espantado al turismo. No al viajero que busca mezclarse con la gente, pero esos ya hace mucho tiempo que huyeron de aquí. Se promocionó el abandono del casco, con casas baratas en esa periferia “llenas de comodidades” que no se podrían tener en el casco. Que el que meaba en una taza turca ahora tenga un servicio ¡qué modernidad! Que el que se bañaba en barreño de Zinc, calentado al sol que penetraba por el hueco del patio, ahora tenga una bañera ¡Comodidades de rico! Puestos a pensar mal, puede que todo estuviera pensado de antemano, que fuera un plan preconcebido. Así se vació prácticamente la ciudad, la ruina se adueñó de ella, los comercios empezaron a marcharse, la vida del vecino se hizo enormemente difícil ¿A quién le importa que la ciudad tenga vida, autenticidad, solidaridad entre los vecinos, o alma? Si los viajeros que lo apreciaban ya no vienen a la ciudad, sólo se necesita el espacio, las fachadas, los monumentos, los vecinos sobran, es más, son un problema.

No hay plan, no hay modelo de ciudad, no hay análisis de consecuencias de las acciones políticas, porque “los políticos ya han tomado partido”. Tienen claras sus prioridades, y con quién las tienen, y mientras la ciudadanía, mayoritariamente, siga convencida de que la principal fuente de riqueza de los toledanos es el turismo, cualquier cosa que hagan para atraer más turistas, saben que les beneficiará en las urnas. Está claro. Las minorías, en este caso los habitantes del casco, “son prescindibles”.  Si no es así, ¿por qué actuarían de esta manera tan irresponsable con el futuro de la ciudad?

Con esta filosofía de vida política, de ausencia de reflexión, cualquier acción que tomen, indudablemente, sólo puede ahondar en los problemas. Ahora se han empeñado en traernos un Puy du Fou, porque, según dicen,  creará empleo, y riqueza en base al turismo que atraerá. Algunos ya no nos tragamos sus ocurrencias, pensamos por nuestra cuenta y nos hacemos preguntas. Que las alfombras rojas que ellos tienden a otros, se les conviertan en vías dolorosas, al verse obligados a justificar lo injustificable. No hay estudio de impacto en el casco, en los vecinos, en el comercio; no hay análisis de las consecuencias. ¡Qué más da! ¿Los empresarios no dicen que se crearán 80.000 puestos de trabajo y que traerán un millón y medio de visitantes? Pues ya está. Lo demás sobra. Si lo venden de forma adecuada puede ser un pelotazo de miedo en las próximas elecciones. Si el negocio fracasa, o se muestra ruinoso para los ciudadanos o la ciudad, eso será dentro de unos años. Las elecciones ya habrán pasado ¿Quién se acordará entonces de quién dijo qué? Es bueno, porque es bueno, y ya está, porque lo dice el empresario francés, porque ellos han visitado el parque francés y los parece “precioso”, y porque lo dicen sus amigos del lobby, que también han visitado el parque francés con todos los gastos pagados. ¡Qué extraña manera de implantar negocios, en base a invitaciones a gastos pagados, brindis con champán francés, y charlatanería a mansalva! ¿Para qué sirven los procedimientos administrativos? ¿Dónde quedaron los derechos a confiar en una administración imparcial, del resto de la ciudadanía? ¿Se puede ser imparcial brindando por un proyecto y tendiéndolo alfombra roja cuando su aprobación tiene que estar sometida a un procedimiento administrativo? Algo falla aquí.   Poniéndonos a su mismo nivel diríamos. Es malo porque es malo, y punto.

Sin embargo, puesto que nosotros somos personas razonables, vamos a intentar desgranar brevemente las distintas posibilidades, o situaciones.

¿Cómo puede influir el Puy du Fou en el turismo de la ciudad?, ¿traerá más turistas?, ¿nos robará turistas?, ¿hay correlación entre el número de turistas y el gasto por cabeza?, ¿el turista gastará lo mismo en Toledo al existir un centro que compita con él?, ¿mejorarán las pernoctaciones?, ¿a quién beneficia llenar un poco, o mucho más (cualquiera sabe)  la ciudad?, ¿qué repercusiones tiene un incremento de turistas para los vecinos del casco?

Hoy ya nos desbordan los turistas, el casco se vacía poco a poco, el comercio tradicional prácticamente ha desaparecido, los espacios públicos son ocupados por terrazas para los turistas, los alquileres se disparan para alquilarlos por semanas. ¿Son estas apreciaciones objetivas? Lo son, ¿no? ¡Joder! Pues habrá que hacer algo diferente de lo que hacen. 

El parque temático funcionará en dos modalidades: diurno, con cuatro espectáculos, acompañado de servicios de restauración  y venta de todo tipo de productos ¿artesanales?; y un espectáculo nocturno. Si se cumpliesen las expectativas de la empresa (que se modifique el horario de ruidos, a pesar de contravenir la ley de ruidos nacional), probablemente alcanzarían hasta la 1,00 de la noche. Este último punto lo han utilizado algunos para decir que, como consecuencia, el visitante de parque, se verá obligado a pernoctar en la ciudad.  Se podrá acceder, independientemente, al espectáculo diurno, o al nocturno, o adquirir una entrada conjunta.

En este contexto, encontramos los siguientes tipos de visitas:

-          Visitantes cuyo objetivo es visitar la ciudad, y seguirán igual en el futuro:

 Es decir, no influirán para nada en el incremento o descenso de turistas, o en el gasto.  Una gran parte de las visitas a la ciudad son excursiones organizadas. Se ve claramente. Sólo hay que bajar a los lugares donde aparcan los autobuses y veremos el impresionante número de vehículos que se acumulan allí, y que entran y salen continuamente. Los grupos de visitantes más o menos compactos se reparten por toda las zonas turísticas de la ciudad, en un “chorreo” constante. Lo que antes era excepcional, ahora es todos los días.  Los visitantes probablemente habrán contratado con las distintas empresas, en origen. Algunas en Madrid, y otras en paquetes en las agencias turísticas en su país. La excursión en general consiste en una visita exprés a la ciudad, en esas excursiones contratadas en Madrid, a como parte de un Tour que puede englobar varias ciudades españolas, como Córdoba, Sevilla, San Sebastián, Madrid, y Toledo. Tanto en el primer, como en el segundo caso, se aprovecha que la ciudad del Tajo está tan cerca de la capital. La visita es a la ciudad, y se limita en general a un solo día, de visita rápida y apresurada.  El tiempo siempre está tasado por la necesidad de completar el recorrido que tienen planificado. Esos paquetes turísticos, o esas visitas rápidas, es muy difícil, por no decir imposible que incluyan en el futuro al Puy du Fou. Vendrán a ver el casco histórico de Toledo y punto. En el futuro, por tanto este tipo de turismo apenas variará, y probablemente crecerá en el contexto de la sociedad del ocio que vivimos, sin necesidad de un Puy du Fou.

Una de las quejas continuas de los empresarios, principalmente los hosteleros, es que no se consigue que los turistas pasen dos días en la ciudad, y por lo tanto pernocten, dejando más beneficios. Frente al tipo de turismo planteado más arriba, creemos que es difícil cambiar esa tendencia, porque esas visitas no son tanto consecuencia del atractivo o falta de atractivo de la ciudad, sino, principalmente,  de la proximidad de Madrid. En este caso, nosotros nos “beneficiamos” de esa cercanía, porque gracias a ella, muchos vienen a visitarnos, pero no podemos pedir peras al olmo, igual que nos beneficia, nos limita, porque entramos en los planes como un “segundo plato” o complemento. Vienen a visitarnos, en tanto en cuanto, encaja con su plan de visitas en España, que engloba otras ciudades. Veamos el ejemplo de Teruel que, independientemente de su atractivo, tiene difícil despegar turísticamente porque no tiene cerca un Madrid

-          Visitantes que vendrán a ver el Puy du Fou, y puede que de rebote quieran visitar Toledo:

Es cierto que en el futuro pueden montarse excursiones específicas al Puy de Fou. Tenemos dudas de que el parque de atracciones permita crear un producto turístico que sea “Toledo en 2 días, incluido el Puy du Fou” o que se monten excursiones específicas al Puy de Fou que lleguen en autobús, y luego, como el espectáculo acaba tarde pernoctar en la ciudad. El negocio, que se fundamenta en el turismo familiar, probablemente tenga mucha más relación con una visita concreta al parque, con vehículo propio. De ahí los descomunales aparcamientos que se han planificado. En todo caso, parece razonable que las visitas organizadas del primer punto, no se van a mezclar con este segundo tipo de visitas, y si existen visitas organizadas serán específicas para el Puy du Fou.

Aquí entra en juego el horario del parque. Si la visita se monta para los espectáculos diurnos, es difícil que se pase por Toledo, se suelte a todos los turistas, y luego se los recoja y se los vuelva a llevar al parque temático. Si es para la nocturna podría suceder que se deja a los turistas en la ciudad hasta una determinada hora y luego se los recoja. En todo caso, parece razonable que una visita que englobe dos días, incluido el parque Puy du Fou, encarecerá tanto el producto, pensando en que el turismo en el que se ha pensado es el familiar,  que serán contados dichos viajes, y por lo tanto, una vez terminado el espectáculo se retornará a Madrid.

Podría suceder que algunos de los visitantes traídos así, para el Puy du Fou, visitaran muy rápidamente la ciudad, incrementando el número de personas que circulan por el casco histórico. ¿Pero ese incremento de personas supondrá un beneficio para los comerciantes? Creemos que claramente no será así. Un paquete de ese tipo, para una familia de 4 personas, desde Madrid, que incluya la entrada al parque y el viaje, probablemente no bajará de 300-350 Euros, si no los supera,  dejando poco margen o interés para el viajero en gastar más dinero en la ciudad.

Parece que está claro, que una vez gastado ese dinero, no realizarán mucho gasto más en la ciudad, y el mayor tiempo de permanencia en el parque, en su caso, les incitará a consumir en los restaurantes y tiendas del mismo.

Lo que parece que puede suceder, es que una parte de esos visitantes se acerquen a nuestra ciudad, incrementando el número de personas que circulan por las calles, y aumentando los problemas existentes, pero dejando poquísimo dinero en la ciudad, en contrapartida.

-          Visitantes que tenían pensado visitar la ciudad o intención de hacerlo en fechas próximas, y aprovechan para acercarse al Puy du Fou:

Gran parte de los visitantes de nuestra ciudad son españoles que vienen en sus propios vehículos o en excursiones organizadas, que ya tenían pensado visitar la ciudad o tenían intención de hacerlo en algún momento. Gran parte de ellos, sucederá como en el punto primero, que su objetivo será única y exclusivamente visitar la ciudad, y no les interesará para nada el Puy du Fou. En este caso, nada variará en cuanto al número de visitantes y el gasto.

 Puede que atraídos por la promoción del Puy du Fou, principalmente familias, decidan compaginar la visita a Toledo con el Parque. De estos, un grupo realizará probablemente una visita rápida a la ciudad, y marchará al parque, porque habrán adquirido el paquete de espectáculos diurnos (tienen hijos pequeños y no pueden quedarse hasta tarde), o han adquirido el paquete completo. O una visita algo más larga, y luego asistirán al espectáculo nocturno. Algunos de ellos, ya pensaban pasar dos días en la ciudad, y ahora, han dividido el tiempo entre la ciudad y el Puy du Fou. En todo caso, hay que volver a introducir el factor del coste del acceso al parque para una familia de cuatro personas, y el impacto de esto en el gasto per-cápita en el casco.  Las pernoctaciones no aumentan, el número de visitantes es el mismo, porque recordemos que eran personas que ya tenían pensado venir, pero el gasto se reduce probablemente de forma muy importante. Otros, no tenían pensado pernoctar, realizan una visita rápida a la ciudad, y luego se van al parque temático.

Claramente, en este tipo de visita, lo que sucede es que el Puy de Fou se está beneficiando claramente de los visitantes de Toledo,  en el sentido de que, el tiempo que van a dedicar a la ciudad, y el dinero que tendrán para gastar será mucho menor, con lo que el gasto se derivará hacia el parque. Una parte muy importante del negocio del Puy du Fou se fundamenta en la restauración y la venta de todo tipo de productos en sus tiendas. En este contexto se va a producir una clara situación de competencia, en la que el único beneficiado posible puede ser el Puy du Fou. Es absurdo pensar que los beneficiados van a ser los comerciantes del casco. Hasta ahora, ni siquiera se ha producido un incremento, probablemente en los visitantes como consecuencia de la existencia del parque, porque eran los mismos visitantes que pensaban haber venido de todas las maneras.

Como decíamos, puede que parte de los que vengan de más lejos pueden quedarse dos días en la ciudad, pero la estimación de estos es imposible. No se puede saber quiénes de ellos ya tenían pensado venir y quedarse dos días, o cuáles de ellos, precisamente se quedan para visitar también el Puy du Fou. No hay criterios de comparación, porque no existe, salvo en París, y esa ciudad es otra cosa, un parque temático similar junto a una ciudad de turismo cultural, como es Toledo, y que además tenga a la capital del país tan cerca. La cercanía de la capital es un factor importante de incertidumbre. Salvo los madrileños que decidan acudir a visitar el parque expresamente y que, probablemente ya hayan visto Toledo, y por lo tanto pasen de la ciudad, como cuando nosotros vamos a visitar la Warner, que en general no vamos a visitar Madrid, para el resto de visitantes, de ciudades más alejadas, la cercanía de la capital podría actuar como un atractivo para matar, no dos, sino tres pájaros de un tiro. Una visita exprés a Toledo por la mañana, nada más llegar, y traslado, o bien para comer en Puy du Fou, para ver el parque completo,  o como mucho comer en Toledo y por la tarde marchar para ver el espectáculo nocturno. Muchos de ellos, si pernoctan en Toledo, pueden marchar al día siguiente a visitar Madrid, y desde aquí partir hacia sus casas.

Algunos, indudablemente pernoctarán. No sabemos si esa pernoctación será en Toledo, en Madrid,  o en otros establecimientos hoteleros que se generen en el entorno del parque, o en el propio parque. Aunque los promotores, para no asustar a los empresarios toledanos han declarado que no construirán hoteles en el parque, la realidad es que lo modificación de usos que plantea el Proyecto de Singular Interés permite el uso hotelero en el interior del recinto del parque de ocio. ¿Qué otro interés puede tener permitir el uso hotelero sino construir hoteles en el futuro? Si no se pensase en esa posibilidad, simplemente no s e permitiría, y eso no es así, se permite y lo pone bien clarito.

En estos contextos parece que el número de visitantes de la ciudad no aumentará sino que se mantendrá parecido pero el gasto por persona en la ciudad caerá drásticamente.

-          Visitantes que tenían pensado repetir la visita a Toledo, y deciden visitar en exclusiva el Puy du Fou:
                  Esta es la parte más desfavorable para la ciudad, ya que se trata de aquellas personas que habiendo estado ya en la ciudad, y teniendo pensado volver en algún momento, la vuelta la realizan en exclusiva al Puy du Fou, llegando desde su lugar de procedencia, y por lo tanto sin dejar ni un solo euro, de los que podrían haberse gastado, si hubieran venido realmente a visitar el casco histórico.

En resumen tenemos que:

-      La cantidad de visitantes que atraerá el parque a Toledo, será muy inferior, al que anuncian, aunque puede existir un incremento, incidiendo en el deterioro de la situación del casco.

-    Toledo, cederá o compartirá visitantes, de los suyos con el negocio francés, perdiendo gran parte del negocio del casco histórico, al entrar directamente en competencia con el parque.

-    El gasto por persona en el Casco Histórico se reducirá notablemente. Entre los que tenían pensado visitar la ciudad y ahora visitarán el parque, el dinero que se pensaban gastar en la ciudad, probablemente se lo gasten en el parque, parte de los visitantes consumirá allí en bares tiendas y restaurantes, y el precio  de las entradas actuará de freno para que el visitante gaste más en la ciudad.

-       Entre los que eligen visitar Toledo, porque está el parque, o que ahora, ven ese incentivo para visitarnos sucederá lo mismo. En este caso está claro que la mayoría del tiempo y el gasto lo realizarán allí, porque es su objetivo, y en Toledo, el gasto será mínimo, pero si contribuirán a aumentar los problemas de saturación.

-   Ocasionalmente, puede plantearse un repunte en las pernoctaciones, en tanto en cuanto se construyan los hoteles en el entorno o en el propio parque, pero el impacto de este aspecto será mínimo.  

-         El parque Puy du Fou se beneficiará claramente de los visitantes a Toledo, que pueden decidir compartir el tiempo de estancia entre la ciudad y el parque, pero tenemos serias dudas de que suceda al revés, de que muchas personas se planteen venir a visitar el parque y como consecuencia visiten la ciudad. De entre las visitas organizadas actuales, lo normal es que no, que sigan como hasta ahora, y vemos muy difícil que se pueda comercializar un producto de visita organizada al parque de ocio y a Toledo, con pernoctación incluida, para toda una familia, a un precio asequible.

-     Este turismo familiar, también podría incidir en los pisos turísticos, o casas turísticas en el entorno, con el fin de ahorrar en el coste que podría suponer para una familia el hotel para sus cuatro o cinco miembros, aumentando el problema del encarecimiento de las viviendas de alquiler para los residentes.

-      Lo que sí aumentará, probablemente, por poco que sea,  es el flujo de turistas circulando por nuestra ciudad, incidiendo en el problema del casco histórico, pero como hemos dicho, el número de turistas no es indicativo del gasto que se realiza. En el audio adjunto, un comerciante ya se queja de que los tiempos pasados fueron mejores, y que aunque el número de turistas cada vez es mayor, lo que gastan no aumenta proporcionalmente, y por supuesto, gastarán mucho menos desde el momento en el que exista un competidor directo.


Como vemos, si todo va bien, la empresa tendría buenos beneficios, aunque en todas las posibilidades, el ciudadano o el comercio toledano salen perdiendo. ¡Menudo negocio estamos haciendo!

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